Las grandes empresas tecnológicas aprovechan su potencial económico para conseguir acuerdos ampliamente beneficiosos con municipios y gobiernos.
Sidewalk es una de las compañías menos conocidas que conforman la sopa de letras que es Alphabet, la empresa matriz de Google. También conocida como Sidewalk Labs, se centra en planificación urbana desde su fundación hace dos años.
Hasta ahora su rol ha sido mayormente consultivo con agencias gubernamentales en Estados Unidos, pero su nuevo proyecto es más ambicioso. Se trata de un reciente acuerdo entre la compañía y la ciudad de Toronto para planificar y construir un barrio “del siglo XXI” desde cero.
Situado a la orilla del lago Ontario, la empresa ha obtenido permisos para operar en la zona conocida como Quayside. El nuevo barrio tiene una superficie de 3,2 km2 y en él Google planea situar su nuevo campus canadiense en los que centralizar su millar de empleados en el país.
El esfuerzo, más allá de un movimiento de marketing claro, permitirá ofrecer una mayor calidad de trabajo en el día a día a sus empleados y servir de ejemplo viviente para nuevas áreas de oficinas e industriales. Reduciendo, según los planes, la emisión de gases de efecto invernadero, el consumo de agua potable y la generación de basuras en alta medida comparado con establecimientos similares.
El gobierno canadiense, que está también detrás de la propuesta, declaró que esperan que el nuevo Quayside sirva de modelo para otras reurbanizaciones que pongan el impacto medioambiental como primer objetivo.
Las grandes tecnológicas se diseñan sus propias ciudades
Quayside será un proyecto más de un sin fin de nuevos campus creados por todo el mundo, en especial en Norteamérica y China, para dar alojamiento laboral adaptado específicamente a las necesidades de las grandes empresas tecnológicas.
En las últimas dos décadas, compañías como Amazon, Google o Tencent han alcanzado una escala de decenas de miles de empleados en su sedes centrales. Muchos de ellos con salarios holgadamente superiores a la media de la ciudad donde residen. Esto crea un flujo de ingresos extraordinario hacia las arcas de los ayuntamientos como Shanghái, Seattle o los diferentes municipios al sur de la bahía de San Francisco.
Así pues, estas empresas suelen encontrarse con una buena predisposición por parte de los consejos municipales cuando deciden que sus actuales oficinas o grupo de ellas se quedan pequeñas o quieren reorganizar su ingente cantidad de personal.
El caso más reciente es el de Apple, que cerró un acuerdo con la ciudad de Palo Alto para poder comprar unos terrenos donde derruir lo establecido y construir el nuevo Apple Park, como es denominado, y que está siendo inaugurado de forma paulatina durante estos meses y será el lugar de trabajo de más de 12.000 empleados.
Con un coste de construcción estimado en unos 5.000 millones de dólares, el Apple Park tiene una de las mayores instalaciones de placas solares en zona edificada con 17 megavatios instalados y, “eventualmente”, toda su electricidad provendrá de fuentes renovables.
El último es Amazon, que invertirá 5.000 millones de dólares en establecer las nuevas oficinas en las que piensa crear 50.000 empleos de administración, ejecutiva y dirección. Más decenas de miles de contratos de construcción que tendrán lugar durante la edificación.